domingo, 7 de agosto de 2011

Asociaciones civiles hacen el trabajo del DIF Guadalajara, asegura Amigos en el Crucero

Por JORGE COVARRUBIAS
La Jornada Jalisco. 
2 de Agosto del 2011 
Foto: Héctor Jesús Hernández 


El trabajo que debería hacer el DIF Guadalajara con la población vulnerable lo hacen las asociaciones civiles de asistencia social sin fines de lucro, señala Otilia Arellano, responsable de la organización Amigos en el Crucero, la cual agrupa a decenas de limpiaparabrisas que trabajan en distintos puntos de la ciudad.
Recientemente la casa hogar de la agrupación recibió a dos familias y dos adultos mayores que las instituciones de gobierno no pudieron apoyar. "A todos se les acepta", menciona Otilia, ya que en su opinión sería inhumano dejarlos sin un techo, sin embargo cuestiona que las instituciones de asistencia social abandonen a las personas sin contribuir al menos con su alimentación y darles un seguimiento periódico.

"Los convencen (de sacarlos de la calle), pero finalmente no tienen a dónde llevarlos, es cuando me los traen a mí. Me hablan, `oye, me puedes aceptar´, siempre me dicen que por unos días en lo que buscamos dónde acomodarlos y yo lo que creo es que si salgo en brigadas a ofrecerles ayuda pues cómo lo capto sin tener a dónde llevarlos porque no hay un albergue en donde puedan estar las familias, solamente aquí en Amigos en el Crucero", refiere.
En la casa hogar de la asociación, situada en la calle de Juan Manuel –muy cerca de la avenida Chapultepec– habitan 51 personas entre adultos, ancianos, niños, madres solteras y personas sin familia. Con dificultades, Otilia ha logrado repartir los espacios de la vivienda e improvisa recámaras con la instalación de sábanas. No se puede hacer más, las carencias de la asociación son tan elementales que siempre están batallando para juntar comida y ropa usada para los nuevos inquilinos que llegan.
En los últimos cuatro meses se incorporaron Cristian y Maritza con sus dos pequeños hijos. Son una pareja joven que se conoció en el albergue denominado Ejército de Salvación. Ninguno de ellos se encuentra en casa. Otilia menciona que Maritza fue rescatada por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) luego de que su padrastro asesinara a su madre. Maritza tiene 19 años de edad y Cristian 24. La pareja vivía en un lote baldío cuando fueron encontrados por el DIF Guadalajara. Maritza estaba embarazada de su segundo hijo, el cual nació poco después de sumarse a Amigos en el Crucero. Llegaron también una pareja adulta con un bebé y dos madres solteras que estuvieron presas en el reclusorio femenil de Puente Grande.
Don Pepe y Martín Lorenzo Íñiguez completan a los nuevos miembros de la casa. El primero tiene 62 años de edad y, de acuerdo a lo que platica Otilia, quedó paralítico tras afectarle una embolia.
"Sé que estuvo en la UAPI (Unidad Asistencial Para Indigentes) y él firmó su salida, voluntaria, y sale a la calle", dice Otilia, recordando que fue la Secretaría de Seguridad Pública de Guadalajara la que lo llevó a la casa hogar tras ser detenido en una redada contra indigentes.
A Martín Lorenzo de 46 años de edad lo derivó el Hospital Civil de Guadalajara, donde estuvo convaleciendo dos meses en una cama después de sufrir un accidente, que bien pudo ocasionarle la muerte. Expresa que recorría la zona de la Glorieta Colón pidiendo ayuda para completar el pago de su renta y por curiosidad se acercó al muro que se encuentra al pie del monumento a Cristóbal Colón para observar la fuente que se encuentra en el túnel vehicular de López Mateos. Lo último que recuerda, ya cuando estaba en el nosocomio con sus piernas inmovilizadas, es que alguien lo alzó de sus pies y lo arrojó al vacío.
"Me desperté en el hospital y me dijo el padre, `hijo ¿quiere confesarse? porque a dónde va a ir´, dice, `no se sabe si vaya a regresar´ y desperté el miércoles, pero no era ese miércoles, me tuvieron dormido como diez días ", dijo.
Martín vivía solo por el rumbo de la antigua central camionera y rentaba un cuarto por la módica cantidad de 60 pesos al día. Después de la caída, sus piernas están encorvadas y necesita de una andadera para caminar. Explicó que cuando se reunió el dinero suficiente para su cirugía en la que le colocarían una placa, el médico le informó que su hueso ya había soldado y la intervención se suspendió.
"Nomás estoy tomando medicinas para el dolor", precisa.
Sin un empleo formal, Martín se dedicaba a diversas labores: cortar césped, pintar casas, barrer banquetas, lavar automóviles. Estuvo en Los Ángeles, California, Estados Unidos y regresó en el 2008 para ver a su madre, quien había enfermado. Ya no pudo volver al país vecino.
Otilia añade que no estaban preparados para atender a personas solas y menos con alguna discapacidad.
"Pero pues al ver la situación y siendo sensible a las problemáticas y a lo que se está viendo que no hay mucha ayuda pues tenemos que aceptarlos, sobre todo porque son tiempos de lluvia, podría decirles que no, pero se me hace inhumano".

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